Ayuda & FAQs

Pregúntanos

Si tienes alguna pregunta, comunícate con nosotros, responderemos tus preguntas por correo electrónico lo más rápido posible.

    Preguntas frecuentes Adicciones

    Primeramente hay que:

    - Descartar el ‘a mí no me va a pasar’.
    - Evitar la ‘actitud policíaca’.
    - Fomentar la ‘comunicación’.

    Ahora bien, cuando las sospechas son fundadas debe:

    - Interesarse por la persona, no por la droga.
    - Interesarse por las razones.
    - Ayudarle a superar el problema.
    - No infravalorarlo ni exagerar.
    - Acudir a los profesionales adecuados.

    No se le deben negar los aspectos positivos de su personalidad que tenía antes de su conducta de adicción a las drogas, sino al contrario, potenciarlos y dar seguridad a través de ellos.

    También la familia debe cambiar la imagen que tiene del drogodependiente, no sólo en relación a su hijo, sino en relación con la problemática del consumo de drogas en general, y con los otros drogodependientes* .
    Desde el inicio del consumo, generalmente esporádico, hasta el uso habitual de una determinada sustancia, cuando ya se puede considerar al sujeto como drogodependiente, forzosamente tiene que transcurrir un tiempo*. Este tiempo:

    Es distinto para cada droga: La dependencia aparece de forma más rápida para el consumidor de heroína y de cocaína que para aquel que consume otras drogas, por ejemplo el alcohol.

    El periodo de habituación puede ser más corto a medida que su hijo sea más joven y si además tiene problemas propios de la edad, de tipo psiquiátrico y/o psicológico y los intenta compensar con el consumo.

    El tiempo necesario para conducir a la drogodependencia de una sustancia es menor de lo que vulgarmente se cree.

    Algunos de los signos de sospecha de consumo podrían ser:

    1. Aumento de la necesidad de dinero, traducido en:

    - Pedir dinero a la menor oportunidad y recogerlo en el menor descuido.
    - Cambiar objetos de valor con sus hermanos y compañeros.
    - Gastar las sobras de la compra.
    - Acudir a parientes, abuelos, tíos, etc. con necesidades urgentes de dinero a cambio de hacer algo.
    - Inventar necesidades urgentes para sus estudios, como material escolar.

    2. La búsqueda incesante de proveedores se manifiesta en:

    - Salidas repentinas y a deshora.
    - La pérdida de los compañeros con quienes acostumbraba a salir.
    - Estar siempre pendiente del teléfono.
    - Llegar a casa a altas horas de la madrugada.
    - Intentar eludir a compañeros y/o amigos que puedan advertir el problema.
    - Esconder objetos y utensilios en lugares recónditos de la casa.

    3. El joven modificará su comportamiento:

    - Discutirá con sus familiares respecto a las normas de convivencia establecidas en la familia.
    - Se mostrará cada vez más reservado con sus propias cosas.
    - Se relacionará menos con la familia, perdiendo los canales de comunicación.
    - Tendrá cambios de humor bruscos: lo mismo está simpático, agradable y atento que se muestra suspicaz y agresivo.
    - No podrá conciliar el sueño.
    - Descuidará su aspecto personal.
    - Se configurará en un gran manipulador de la familia, buscando todas la situaciones que le conduzcan al consumo.
    Las cuatro reglas más importantes son:

    1. NO ALARMARNOS: Hay que reflexionar serena, valiente, abierta y profundamente.

    2. NO INFRAVALORAR NI EXAGERAR: Hay que dimensionar adecuadamente el problema.

    3. HACERLE FRENTE: Se debe acudir al centro específico adecuado con la disposición de que:

    - No es un problema exclusivo del hijo.
    - No puede resolverlo solo.
    - Pueden estar implicados problemas familiares y otros de tipo muy diverso

    4. NO OCULTAR EL PROBLEMA: El ocultar un problema conduce a un sentimiento de vergüenza o ‘pecado’, y ni es un ‘vicio’ ni es un ‘pecado’. Se trata de una enfermedad o de un conflicto/crisis personal.
    Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se involucran factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales. Cabe resaltar una peculiaridad y es que la responsabilidad del individuo está presente en todo momento: en el inicio, en el mantenimiento y durante el posible tratamiento de la misma.
    Lamentablemente no se trata de algo sencillo, sino más bien todo lo contrario. Se trata de un proceso costoso en el que recibir ayuda es fundamental.

    Con apoyo externo se encuentran estrategias diseñadas específicamente para ese fin y además contrastadas empíricamente a través de la experiencia.
    De las sustancias legales, las más consumidas son el alcohol y el tabaco. Y de las ilegales, el cannabis es el que más se consume.

    Es a medida que los menores van creciendo y disponiendo además de mayores recursos económicos cuando se inicia el consumo en sustancias ilegales como el éxtasis o también la cocaína.
    Durante la adolescencia se producen en los jóvenes momentos muy difíciles, y algunos signos pueden ser muy similares a los que origina el consumo de alguna droga.

    Por esto no es conveniente tener una conducta ‘policíaca’ con ellos, sino que es preferible mantener un clima familiar de confianza y diálogo, de forma que pueda darse con facilidad la comunicación entre los miembros de la familia.

    También hay que pensar que muchos jóvenes prueban la droga por curiosidad, y esto no quiere decir que vayan a ser consumidores habituales. Si se descubre este hecho, lo importante es informar verazmente sobre la droga, no dramatizando y por supuesto no rompiendo los canales de comunicación (lo que podría ocurrir en el caso de hacer análisis de orina sin conocimiento del hijo).

    Hay que reflexionar sobre los motivos que han conducido al joven a consumir, e intentar superarlos, ofreciéndole el apoyo y consejo necesarios.
    La familia desempeña un papel muy importante dentro del proceso de tratamiento, puesto que la presencia de un clima familiar positivo y apropiado posibilita y aumenta la obtención del éxito terapéutico mediante la utilización del resto de recursos que existen.
    Entendemos “abuso de una sustancia” como: Uso no médico de medicamentos y otras sustancias, y además con alguno de estos propósitos:

    – Cambiar el humor del consumidor.
    – Alterar la percepción del mundo que le rodea.
    – Experimentar nuevas sensaciones y/o
    – Aumentar nuestra capacidad a la hora de relacionarnos.
    Que la persona se someta al tratamiento de manera voluntaria.

    Diferenciar entre deshabituase y desintoxicarse. Pasar el mono no es estar curado.

    No confundir cantidad con calidad, pretendiendo reducir dosis o haciendo una selección dentro de las drogas.