Mantener la Estabilidad: Rutinas y Hábitos en Navidades para Evitar Recaídas

La temporada navideña suele asociarse con celebraciones, reuniones y entornos cambiantes, factores que pueden suponer un reto serio para quienes se encuentran en las primeras etapas de recuperación. Lejos de ser un momento de relajación de normas, estas fechas pueden intensificar las ganas de consumir, en especial por la facilidad con que el alcohol o las sustancias se cuelan en las celebraciones familiares. Por ello, para muchas personas en tratamiento, mantener sus rutinas y hábitos sin alteraciones resulta fundamental.

Esta estrategia implica conservar las actividades diarias tal como se han establecido durante la terapia: mantener los mismos horarios de sueño, las rutinas de ejercicio, las comidas a la misma hora y las pautas de autocuidado aprendidas. Evitar cambios en la decoración del hogar puede ser útil, ya que el exceso de estímulos navideños podría generar sentimientos que aumenten la vulnerabilidad y, con ello, el riesgo de recaída. Del mismo modo, renunciar temporalmente a grandes reuniones familiares reduce los estímulos que pueden provocar un retroceso en el proceso.

Al enfrentar la adicción, hay que entender que se trata de una dependencia en la que la superación real se alcanza cuando la persona está dispuesta a renunciar a cualquier cosa que ponga en riesgo su bienestar.

Al igual que alguien recién operado de una enfermedad grave no se plantea asistir a una celebración en plena convalecencia, quienes se encuentran en las primeras fases de la recuperación por adicciones priorizan su salud por encima de cualquier compromiso social.

Sin embargo, a diferencia de otras enfermedades, en las adicciones se suma la presión interna por la cercanía del consumo y la culpa por “no estar”, mientras las familias, poco acostumbradas a estas pautas, se sienten frustradas o tristes por la ausencia del ser querido en fechas señaladas. Esta tensión, aunque dolorosa, es temporal. Con el tiempo, al mantenerse firmes en su plan terapéutico, el paciente avanza sin recaídas y muestra una transformación profunda: recupera sus valores, su dignidad, su salud y su autonomía. El verdadero objetivo es alcanzar el punto en que la persona sencillamente no quiera volver a consumir, sintiéndose libre en todos los ámbitos de su vida.

Más adelante, cuando la estabilidad sea mayor y la persona cuente con las herramientas necesarias, será posible reincorporar, paso a paso, ciertos elementos propios de las celebraciones.
De momento, se trata de priorizar la seguridad y la coherencia con lo aprendido, manteniendo el rumbo firme, sin exponerse innecesariamente a contextos de alto riesgo. Si durante este período alguien se siente vulnerable, contar con la ayuda de profesionales es siempre una opción cercana.

Una guía especializada puede marcar la diferencia entre afianzar el camino hacia la recuperación o verse atrapado en la complejidad que estas fechas pueden generar.

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